Al preguntarnos qué competencias debe tener un docente para desempeñar su trabajo en la actualidad, podríamos confeccionar un largo y completo listado de capacidades entre las que podrían estar las siguientes:
– Conocer el currículo del área, ámbito y etapa en la que imparte docencia.
– Conocer y atender las características de su alumnado.
– Manejar los recursos necesarios en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
– Gestionar el aula en tiempo, espacio y metodología de manera que se convierta en un entorno educativo adecuado.
Pero si, como señaló Diana Toledo Figueroa (Analista de tareas Educativas de la OCDE) en su conferencia del 3 de junio en Sevilla en el Congreso , pensamos en aquella maestra o aquel maestro que dejó una huella en nuestro camino, que influyó en al menos una de nuestras decisiones o nos ayudó de alguna manera a ser lo que hoy somos, entonces, seguro que estamos hablando de un docente con unas competencias profesionales que superan los requisitos mínimos exigidos y que le sitúan en un nivel de excelencia, sin apenas tener en cuenta el cuándo, el dónde, con qué contenidos o con qué recursos consiguió que un día aprendiéramos con los cinco sentidos.
Mirando desde este siglo XXI, apenas iniciado, las enseñanzas recibidas en el siglo pasado, pensamos en los cambios producidos y siempre aparecen las tecnologías de la información y la comunicación que han modificado tanto la forma y el fondo de la gestión de los saberes, como las relaciones entre personas y su manera de comunicarse. Información y comunicación, siguen siendo hoy, empaquetadas de manera diferente y con nuevas instrucciones, ejes de toda tarea educativa. En este sentido, el desarrollo de la competencia digital del profesorado, adaptada al vertiginoso avance tecnológico, se ha convertido en algo importante pero… ¿supone en sí misma un paso hacia la excelencia? ¿O al recordar al profesorado que fue esencial en nuestra vida y por qué lo fue, se desvanecen casi por completo detalles como la pizarra, el libro, el proyector de diapositivas o el ordenador y se magnifican otros como la capacidad para motivarnos, la metodología, el control de la clase, el trabajo participativo, la manera de hablar, la sorpresa o la satisfacción por lo aprendido?
Si en algo más ha cambiado el mundo en estas últimas décadas ha sido haciéndose pequeño, con grandes necesidades y facilidades de movimiento físico y virtual, donde la competencia más útil es la capacidad de comunicación y el aprendizaje de otras lenguas, que son hoy una herramienta imprescindible.
En este nuevo perfil docente, que en lo fundamental no es tan nuevo, la formación debe ayudar al desarrollo de las citadas competencias profesionales e impulsar proyectos que permitan al profesorado resolver con éxito los retos que plantea la escuela. La identificación de las mejores prácticas, de docentes y centros con un alto nivel de competencia y que éstos sean referentes para otros, debe ser una de nuestras metas.
Poniendo un granito de arena en la competencia digital y lingüística del profesorado, , la revista digital e-CO ofrece desde el CEP la posibilidad de comunicarse a través de la red y dedica el monográfico de su nº8 al Plurilingüismo, una de las líneas prioritarias de la educación en los últimos años y un objetivo al que la formación permanente ha dedicado grandes esfuerzos.
Os invitamos a pasear por este nuevo ejemplar de e-CO agradeciendo la participación de todas las personas que lo han hecho posible.